«La diferencia entre la otra vez que había salido de prisión y ésta es que ahora tengo a alguien con quien contar», explica Antonio Cañete, que se ha pasado más de 25 años entre rejas, a pesar de haber salido más de una vez. La persona con la que puede contar es Sergi Borràs, uno de los voluntarios del nuevo proyecto de la Fundació Marianao, Fem Camí.
Ambos forman la primera pareja de mentor-mentorado ya fuera de la cárcel de este nuevo programa de mentoría social penitenciaria que ofrece un acompañamiento a las personas que han finalizado su condena para ayudarles a reinserirse en la sociedad, dando las herramientas y recursos para reanudar una vida alejada de lo que les había llevado a entrar en primer lugar.
«Fem Camí nace a partir del Proyecto David, con el que llevamos más de 30 años acompañando en el ámbito jurídico y social a la gente que ingresa en prisión. A partir de aquí, se detectaron una serie de necesidades en el momento de la salida porque nos dimos cuenta de que les faltaba apoyo a nivel de red relacional, de tramitar documentos con la administración, de abrir una cuenta bancaria…», explica Lara Barquero, que coordina el proyecto con Marta Ibáñez y Anneris Álava, mientras que el seguimiento lo lleva Sara Pasqual.
Y es que, según Antonio, «lo más difícil al salir son las dificultades que te ponen para darte ayudas y realizar trámites, porque sales sin nada». Por eso las coordinadoras preparan una serie de materiales para ayudar en esta línea tanto a los mentorados como a los voluntarios mentores, a los que también se les hace una formación inicial.
«La formación inicial fue primordial para poder dirigirme a Antonio sin prejuicios, que tampoco los tenía, pero me ayudó a tener las herramientas para normalizar el día a día de una persona para quien no lo ha sido durante los últimos 25 años», dice Sergi. «Y el apoyo que te da la Fundació es muy útil y te da confianza para saber que estás haciendo bien las cosas».
La relación entre Sergi y Antonio
Antonio es de Sant Boi y entró en prisión con 16 años. Desde entonces, ha salido un par de veces para volver a entrar: «He fallado demasiadas veces en la vida. El contexto, las amistades y mi impulsividad me han llevado siempre al mismo, al pozo, y quiero evitarlo. Ahora tengo claro lo que no quiero».
Sergi es profesor y ha realizado actividades de voluntariado con refugiados en el Sáhara o en la guerra de Bosnia. Ahora también está llevando un proyecto con colectivos vulnerables en Atenas, pero «me faltaba alguna aportación de carácter local» y se hizo voluntario de Fem Camí.
La relación entre ambos no fue sencilla al inicio, porque Antonio explica que le cuesta abrirse a personas que no conoce: «me falta confianza para pedir ayuda, porque soy bastante orgulloso y no me gusta mostrar mis debilidades». Pero desde septiembre, cuando se pone en marcha el proyecto, la relación ha ido creciendo, cada vez se entienden mejor y Antonio ya se atreve a contarle cosas de su pasado.
Sin embargo, Sergi explica que «su pasado no es el tema de conversación habitual. Si quiere hablar de ello hablamos y sino, pues no, pero sobre todo nos centramos en las expectativas que puede tener mirando hacia adelante. Los tests de conducir o las actividades que pueda realizar con su hijo acaban siendo los principales hilos en los que nos centramos”.
Sergi y Antonio son sólo una de las cuatro parejas de este nuevo proyecto de acompañamiento social penitenciario de la Fundación Marianao, pero las demás todavía se encuentran en la fase previa, antes de salir de prisión. Fem Camí sigue abierto a recibir personas voluntarias que quieran hacer de mentoras, y para ello sólo deben escribir un correo a voluntariat@marianao.org. Sergi asegura que ya ha convencido a varios de sus compañeros de trabajo para que se apunten.